Aún no ha acabado agosto, pero sí el verano. Hoy es el día en el que puedo asumir que tengo que hacerme a la rutina. Hacerme a la idea es tan solo cuestión de tiempo, ya que no soy de los que sufren haciendo todo el día lo mismo, no le tengo miedo al tedio ni a las repeticiones, y las prefiero antes que a una sorpresa inesperadamente mala. Tenemos que ser positivo, y va a ser un gran año, otro más.
El verano ha sido muy bueno, no me puedo quejar. Necesitaría un libro muy gordo y "tocho", como esos de las recetas de las abuelas, o de los que se lee tu madre que solo hablan de amor, para explicarlo todo, así que intentaré resumirlo.
Julio lo pasé en Valencia. Lucía vino a verme y me lo pasé muy muy bien yendo a Terra Mítica con ella y con los amigos y perdiéndome por los buses y Valencia en general por su culpa (sí, su culpa). Ahí prácticamente acaba mi verano en Valencia, y creo que lo conté hace un tiempo con fotos y todo...
Agosto es mes de playa, por eso me voy al apartamento. Demasiado calor para levantarse antes de las 11:30, simplemente no valía la pena. Las promesas que nos habíamos hecho anteriormente de levantarse todos los días pronto para ir a correr por la playa o por cualquier sitio se quedaron en eso, en promesas (lo siento, Blanca y Edu, asumo que he estado vago). Mareny es pausa permanente, pesadez en miembros e ideas, pocas ganas de moverse ya que se está genial tomando un helado por la noche en el paseo, en el ancla. En Mareny no hay grandes planes, sino muchos, y siempre los mismos, pequeños. Cabe destacar que Lucía se vino una semana, que perdimos en el campeonato de futbito, que preparé unas patatas bravas con ajoaceite y pimentón increíbles para una cena y que no corrí la maratón de allí (dígase carrera popular).
Otra de las cosas que tengo que remarcar de mi verano fueron las JMJ. Asistí desde el viernes hasta el domingo, pero me hicieron ver que la fe no es cuestión de uno, y que si la compartes puede llegar a ser de los bienes más importantes que posees. Creer en algo es importante para mí, y creo que ahora me he dado cuenta más que nunca que vale la pena.
Ha sido un buen verano, y este año será mejor.
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