Cada vez son más evidentes los errores personales en el mundo, al menos para mí. Supongo que es todo cuestión de percepción, y de experiencia social, y supongo que le llega a todo el mundo con el tiempo, pero no me acostumbro, lo siento, me cuesta. Son demasiados errores los que veo a mi alrededor, y ninguno nos salvamos, y no me da igual.
Yo creo que este es el problema que padece la humanidad hoy en día, nada de crisis, nada de hambre, nada de guerras; todo ello no es más que un conjunto de consecuencias fruto de nuestros esfuerzos por hacernos notar cuando llegamos. Querer evidenciar nuestros errores es precisamente nuestro mayor error, y es de las pocas cosas que hacemos durante toda nuestra vida. Así, somos capaces de esconder nuestras virtudes bien adentro, dejándolas tan solo para nosotros mismos junto a nuestro interés, como si de un niño egoísta se tratase. Por cada persona que hace algo nuevo, otros tres se esfuerzan por hacer que parezca que es fruto del interés, y por eso nunca llama la atención. Nos hemos acostumbrado a lo que está mal, lo vemos por todas partes en nuestro alrededor, y pienso que eso es lo que precisamente nos pasa factura.
Nacemos, crecemos, envejecemos y morimos, este es el orden de la vida, aunque con suerte puedes volver a nacer, y lo que no nos damos cuenta es que lo que permanecen son nuestros actos, y todo aquello que hayamos sembrado a nuestro paso. Es por ello que acumular no sirve de nada, ni ser arrogante, ni ser un vago, ni ser interesado, egoísta o borde, no sirve de nada. No sirve de nada porque la vida, como la conocemos nosotros, se acaba para bien o para mal, y nadie sabe qué nos pasará más allá de ese punto, pero lo que sí sabemos es que todo lo que dejamos en el mundo, y lo dejamos todo. Cuando alguien muere deja todo su dinero para que se lo beban, fumen o esnifen sus hijos, deja su colección favorita de libros para que sea devorada por las ratas en cualquier sótano, y deja su casa para que sea quemado por cualquier otro; y todo ello está bien. Entonces, lo único que es valioso son los recuerdos, así como los buenos momentos compartidos con buenas compañías. Eso es por lo único que se nos va a recordar cuando llegue el momento, lo único que al final vale la pena, lo único que verdaderamente pocas personas han aprendido a valorar.
Este no es un mundo de Dioses, sino un mundo de humanos, aunque parezca mentira. Se puede ir por la calle aspirando los aires de la gente de superioridad y de perfección. Como mundo lleno de humanos está lleno de errores, y tenemos que ser realistas y consecuentes con todos ellos, por lo que he dicho antes, y porque no hay nada peor que malos recuerdos cuando uno se va. ¿De qué sirve haber vivido si no queda nada bueno de ello?
Así, este mundo se puede definir como una afrenta continua, entre errores, perdones, difamaciones y buenos recuerdos, y así siempre, y si queremos dejar para el final el apartado de buenos recuerdos estamos en un error.
Las personas tardan una vida en acumular un buen recuerdo, y un segundo en borrarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario