jueves, 22 de marzo de 2012

Yo y mi manía de morderme las uñas.

Siempre aprovecho las noches en las cuales no me puedo dormir para tratar de actualizar el blog. O eso o cuando encuentro un momento de tiempo libre en el cual ando inspirado, el cual no suele suceder demasiado a menudo.

A pesar de mi entrada anterior, yo soy una persona que tiene infinidad de defectos, tantos que ni siquiera sé cuantos son, pero me da igual. La verdad es que estoy contento con cada uno de ellos, ya que me ayudan a construir mi personalidad, así que no los pienso cambiar nunca. Uno de esos defectos es el morderme las uñas, y creo que empezar a hacerlo, por imitación o por lo que sea, es una de las peores cosas que me ha pasado nunca, pero también una de las mejores.

Morderse las uñas es una forma de escape frente al estrés o a los nervios que puede ocasionar el día. No es porque la acción de morder la uña relaje, sino que te hace pensar en una cosa diferente que no es el propio problema, te aísla en cierta forma, y así se suele asociar como algo placentero. Para mí es placentero, me relaja, de verdad. Entonces surge el mono, o la adicción, o como quieras llamarlo.

Realmente la acción de morderse las uñas suele venir acompañada de la mano de personas nerviosas, entre las que me incluyo. Me muerdo las uñas cuando me agobio, o cuando pienso que las cosas pueden salir mal, o en exámenes, o en miles de ocasiones más en las cuales no estoy tranquilo. Cuando hablo de morderme las uñas, realmente me dejo muchas más cosas que muerdo, como bolígrafos, tapas de plástico, pajitas de refrescos, tapones de botellas, incluso de pequeño mordía el mando de la televisión dejando roídas todas las esquinas.

Para mí no es tanto un problema como una molestia. Lo único que me molesta es el aspecto de mis uñas, que es horrendo, no tengo uña en cuanto a penas porque me las muerdo exageradamente, pero después me pongo a pensar y tampoco debe de ser bueno para mis futuros pacientes que tenga mis uñas en esta condición, ya que puede llegar a ser una fuente de infección importante. Lo bueno que tiene es que tampoco se me queda "roña" entre carne y uña, pero tampoco me sirve de consuelo.

Una de las cosas que más rabia me de es cuando la gente te dice: "Tienes que dejar de morderte las uñas". De verdad, me dirijo a todos ellos que lo dicen, lo sé, sé que tengo que hacerlo. El problema no es saber que has de hacerlo, el problema es hacerlo. A mí morderme las uñas me relaja, es mi escape. Cuando estoy estresado es mi fuente de placer, me genera satisfacción. ¿Cómo puedes renunciar a una fuente de satisfacción? ¿Cómo puedes negarte a una vía de escape? Puedo negarme durante un tiempo, pero siempre vuelvo al mismo vicio del que me quejo. Me cuesta mucho negarme, y menos ahora que no práctico tanto deporte como antes.

Supongo que podré dejarlo algún día, o al menos moderarme, sin embargo este no es el momento. No puedo renunciar a esta guarrada de uñas siendo consciente de que no recibiré ninguna satisfacción al no mordérmelas.

Puede que sea cuestión de tiempo, o de madurez, pero tengo un problema.

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