Me he fijado en un pequeño ventilador de mi casa, el cual es propiedad de mi hermano. Es un ventilador que compró hace uno o dos años en los chinos, por lo que su fiabilidad puede que no sea la mejor, pero de todas formas funciona perfectamente. He buscado el modelo en Internet, e incluso he llegado a encontrar una foto de él en la segunda página de google, esa gran desconocida.
El ventilador es un aparato pequeño y manejable, pero no lo suficientemente pequeño para llevarlo a cualquier sitio, ni lo suficientemente manejable ya que no puede situarse de muchas formas por el simple hecho de constituir una estructura rígida. En efecto, no sirve para mucho.
El ventilador tiene tres posiciones que se pueden regular por un interruptor situado en la parte posterior del objeto. El interruptor es así como una balanza, por lo que si se sitúa nivelado será una posición y luego puedes moverlo hacia dos velocidades diferentes. Las posiciones son:
- La posición O: Se encuentra en la mitad, y es la que va por defecto. En ella el ventilador permanece quieto.
- La posición I: Se activa pulsando el interruptor en el lado derecho. Es la velocidad uno.
- La posición II: Se activa pulsando el interruptor en el lado izquierdo. Es la velocidad dos.
Lo curioso de este aparato es que las dos velocidades son iguales, y demasiado altas. Es normal que la velocidad dos se note mucho, pero es que la uno no se queda corta. Si tienes calor pondrás primero la uno, y tras haberla puesto volverás a mirar cuál has puesto y cambiarás a la otra por si te has equivocado, ya que son casi iguales. Pasas de no disfrutar ninguna brisa a encontrarte con eso, un ventilador furioso que quiere acabar con el orden en tus alrededores. El ventilador hace, además, un ruido infernal, enserio, en ambas velocidades. Lo tiene todo.
Yo lo uso para refrigerar el portátil cuando se calienta un poco y para cuando tengo un calor intenso. Cuando me pongo el ventilador enfrente y lo enciendo noto toda la ráfaga de aire que se ha estado guardando para mí, y es tan intensa que lo vuelvo a apagar. Llego a echar de menos el calor de lo incómodo que llega a ser. De todas formas volveré a encenderlo al día siguiente.
A pesar de todo, me parece uno de los aparatos más útiles de toda mi casa, y es tan solo un objeto insignificante y que cualquier persona no repararía en su existencia siquiera.