jueves, 5 de mayo de 2011

Decisiones

Ha pasado mucho tiempo desde que tomé mi primera decisión, que, por supuesto, no me acuerdo cual fue. La capacidad de decidir se nos implementa mucho antes que la de andar, por ejemplo, o la de hablar incluso. A veces basta con un movimiento de mano, o un índice apuntando hacia la dirección deseada para elegir. La palabra “decisión” me recuerda a un bebé rechazando una ensalada para intentar meterse en la boca un filete, y es que cosas así son lo natural.

Con el paso de los años, múltiples factores intervienen en tu forma de decidir y hacer las cosas. Tanto el contexto social como el personal se meten de por medio. Según cómo seas, cómo la gente piensa que eres, o incluso cómo aparentes ser de cara a un desconocido, vas a poder tomar unas determinadas decisiones, o las van a tomar por ti. Créeme, si alguien decide por ti raramente escogerá aquello que desees.

¿Ejemplos? ¿Por qué las mujeres no pueden conducir en los países árabes? ¿Por qué se hacían esos estúpidos test de inteligencia para determinar las profesiones en un futuro? ¿Por qué tengo que pagar una deuda que no es mía? ¿Por qué no puedo ir por la calle vestido como me apetezca en ese momento, o desnudo mismo? ¿Por qué tengo privilegios, o no, por pertenecer a un estrato social determinado, o no? Ejemplos se me ocurren muchos, de prohibiciones absurdas, de limitaciones impuestas por cualquier cosa, de avisos sin fundamento.

Yo soy de los que piensa que las cosas se han de razonar mucho antes de hacerlas, para sopesar los pros y los contras que puede suponer cualquier acción. Todas y cada una de las cosas, sin excepción. Soy de los que piensa que si alguien se tiene que meter por medio, que lo haga de cara a aconsejarte, nunca a limitarte, y estaría bien que lo pidiese. Soy de los que piensa que quien la caga ya tendrá suficiente con las represalias de haber fastidiado parte de su propia vida.

1 comentario: