Lo he estado pensando mucho, y creo que en innumerables ocasiones nuestras caras se asemejan a ésto:
En efecto, un perro pachón. ¿Realmente piensas que me apetece levantarme cada día y ver como tu cara es más parecida a ese perro que la de uno de su misma especie? Hay que cambiar de mentalidad, de veras.
Rubén Romeo Darío Rodríguez, mi entrenador de toda la vida, un día nos explicó el significado de un PAT. Un PAT era, en alvanocosovar, o qué se yo en qué idioma dijo, algo así como un sujeto que ponía en todo momento cara de perro pachón y no hacía nada más que quejarse de todo, lo que le impedía disfrutar de las cosas. Debió decir muchas más cosas, es más, lo apuntó en la pizarra, pero yo me quedé con lo de la cara y la actitud, que pienso que es siempre lo más importante.
Hay muchas personas que por la cara no pueden hacer nada, no todo el mundo sale guapo o guapa, pero no todo es la genética. Por muy feo que seas siempre te puedes arreglar algo, yo que sé, aféitate esa barba de talibán que te sale, o deja de comer chocolate y hacerte #%&@$ para que no te salgan más granos. Además, toda cara mejora mucho con una sonrisa, y ya no pido que todo el mundo se pase el día sonriendo, sino que debemos dejar de poner esas caras y hay que tratar de esbozar una leve sonrisa cuando nos encontramos a alguien que nos importa. Nada de caras de perros pachones por favor.
Luego está el tema de la actitud. Me encanta hablar de la actitud. El caer bien es cuestión de actitud, igual que el que te salgan bien las cosas. Muchas veces hasta las desgracias que te ocurran serán cuestión de tu actitud. Levántate por la mañana, búscale el sentido oculto a las cosas, disfruta hasta de la última patata frita del Burger King, que están increíbles, abre los ojos a tu alrededor, sal a hacer ejercicio, no te quejes, disfruta de cada momento que tienes. Vive, o aprende a vivir, por favor.
Sino aprendes a vivir, al menos deja vivir a los que lo hacen, no contagies esa actitud a nadie, te lo pido.
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